(...) Y en el sexto día Diós creó el hombre. Miles millones años después el hombre creó la internet, los blogs y el orkut y el hombre creó a si mismo en la internet. Nadie tuvo paz desde entonces...

martes, 16 de septiembre de 2008

Los años 80 y la niñez



Aún me acuerdo de mi niñez, aunque eso tenga sido en el milenio pasado. La vida tenía olores, colores y sabores diferentes de los de hoy.
No había tantos video juegos y computadoras como actualmente, por eso los niños y niñas estaban siempre en las calles corriendo o jugando. Todos los niños tenían sus playmobil y jugaban al escondite y a los cromos. Las niñas se ponían las coletas y aprendían a cocinar y a ser buenas madres de sus muñecas rubias.
Mientras Madonna cantaba “Like a Virgin” (que yo aún no era capaz de compreender), en la televisión brasileña se vía mujeres rubias junto a los niños cantando, bailando y trajando faldas o shorts muy cortos.
Nosotros éramos muy felices bajo la luz del cometa Halley.

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Datos personales

Me gustaría publicar en "New York Times" quién soy yo. Tatuar en el brazo de Madonna mi identidad secreta. Entallar en la moldura de Monalisa el nombre de mi amor prohibido. Me gustaría aún, gritar de la cumbre de la torre Eiffel cosas que nadie sabe sobre mí o garabatear en el muro de Berlín cosas sobre mí que yo no diría ni a mi propia sombra. Ese soy yo: intrincado, inexplicable, duro. Pero yo también sé ser dulce y amable. Soy un ángel cuando quiero serlo. Soy casi un de estes santos que los artistas de los siglos XVIII y XIX tendrían dibujado en sus iglesias barrocas de Latinoamérica. Soy el dulce duro, el ángel al revés. No soy guapo, pero tampoco soy feo a punto de quedarme siempre sólo. No soy inteligente, pero nunca he desaprobado en la escuela. No soy el mejor, ni tampoco el peor. No soy rico (aunque me gustaría muchísimo serlo), pero nunca tuve que pedir limosnas en las calles. No hablo bien, no escribo bien, no sé conducir, no sé cocinar y no conozco a nadie famoso. No he leído Don Quijote, no sé cuál es la capital de Bolivia... Ese soy yo, por lo menos el “yo” que conozco, pero nunca se puede decir que se conoce a alguién verdaderamente